miércoles, septiembre 28, 2016

"La ley del menor", Justicia y Sentimientos

Este ha sido mi primer encuentro con la literatura de Ian Mcewan y si bien he de decir que no me ha parecido una supernovela, sí que hay que decir en su favor que reúne una serie de virtudes que la convierten en una lectura a tener en cuenta y que contiene los mimbres necesarios para haberse constituido en una novela mucho más ambiciosa.

¿Cuales son esas virtudes? Por un lado, un indudable dominio de la prosa, que en general hace que la lectura sea reconfortante, y eso que en ocasiones la trama, mínima, pero muy centrada en el mundo judicial se vuelva densa.

Por otro lado, hay una indudable capacidad para retratar las vicisitudes de esta pareja sin hijos de clase alta, que entra en crisis, y en la que la protagonista, alta responsable de un tribunal de justicia sublimará su crisis personal en su trabajo. Así se abre otra oportunidad que el autor no desaprovecha para profundizar en las entrañas del modelo judicial británico, del que sin duda se demuestra como un profundo conocedor.

Hurgando aún más en la trama, se presenta el dilema moral al que la protagonista deberá dar respuesta como jurista: la capacidad que el Estado tiene para inmiscuirse en las creencias religiosas del individuo, y rizando el rizo en la de un menor que debe elegir entre enfrentarse a los dogmas de su religión o a sus necesidades médicas, aún a riesgo de poner su vida en cuestión. O dándole la vuelta al argumento, también podemos hablar de en qué medida la religión puede imponer su punto de vista sobre la racionalidad y el sentido común.

Pues bien ese dilema es el que enfrenta la novela e incluso yendo más allá, reflexiona sobre cuales son las consecuencias personales e incluso colectivas de las decisiones que la Justicia toma para con los individuos y las responsabilidades individuales que las personas asumen cuando se convierten en representantes de la Justicia. Es en este sentido una novela que se plantea cuestiones apasionantes, que por cierto se combinan con las desavenencias sentimentales de la protagonista y su pareja.

La realidad es que todos estos aspectos que hemos reseñado anteriormente se condensan en tan sólo 210 páginas, aunque como cualquiera puede darse cuenta podrían dar para varios volúmenes. En ese sentido la novela plantea una realidad compleja y la trabaja parcialmente, pero sin quedarse en la superficie. Eso convierte la lectura de esta novela en sugerente, puesto que el lector tiene la oportunidad de ir reflexionando sobre las consecuencias de los actos que se plantean en la trama y divagar sobre problemas realmente apasionantes.

Si tuviera que hablar de los peros a esta novela sería quizás lo previsible de su final y que el autor no haya apostado por profundizar más en la psicología del joven enfermo, y eso que la novela sí que deja caer en este sentido reflexiones más que interesantes.

En definitiva, una novela breve pero sustanciosa para hincarle el diente. Más que sugerente lectura.

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