viernes, agosto 13, 2010

2666, una novela total


Después de unos meses de silencio, no se me ocurre mejor recurso para reactivar este blog que unas reflexiones sobre el "2666" de Roberto Bolaño, la novela que me ha acompañado esta última temporada.


He de reconocer que me embarqué en su lectura con ciertas dudas pues ya hace unos años que la crítica más especializada había decretado la calidad literaria de la misma. Y es de justicia el afirmar que en esta ocasión no se equivocaba. "2666" es una obra rendonda en la forma y en el fondo. Un verdadero ejercicio estilístico y a la par una trama diseccionada en cinco partes que por momentos parece deslavazada y que al final encuentra el sentido para al menos la trama principal, que no es otra que la peculiar vida de un escritor alemán de exito evadido en la clandestinidad, Archimboldi, verdadero hilo conductor de toda la novela, bien con su presencia en la misma, bien desde la ausencia.


Por el camino de sus más de 1100 páginas, Bolaño deja abiertas algunas de las tramas secundarias, pero no creo que esto, ni tampoco el final inacabado sean un demérito para la novela. Al contrario, "2666" es perfecta para el disfrute del lector que no este abotargado por el torrente de bestsellers. Y lo es porque aturde constantemente, a cada página con golpes minúsculos, pero efectivos de los que la novela está plagada. Golpes que provienen del estilo de una frase, de la reflexión que expresa o de la sangrante realidad que describe como un martillo percutor, o mejor aún como el preciso pero aséptico bisturí de un cirujano, en el caso de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juarez transmutada para la ocasión en una ficticia Santa Teresa.


"2666" no es una novela de fácil lectura, pese a utilizar un lenguaje accesible. En ocasiones desasosiega y los saltos, espaciales y temporales, en la trama pueden llegar a despistar. Pero el esfuerzo que requiere su lectura se ve compensado con creces por las satisfacciones que aporta. Por sus páginas, lo mismo encontramos la paliza a un taxista londinense a manos de respetables profesores universitarios especializados en literatura alemana, que un Arrasate humedo visitado por una méxicana obsesionada con la persona del poeta Leopoldo María Panero, o las peripecias de un soldado alemán en el frente del Este en plena II Guerra Mundial y su redención como escritor en la dificil Alemania de posguerra tras un asesinato que el lector decidirá justificable o no.


Y también en "2666" encontraremos las reflexiones intimas de un autor con cierto descreimiento hacia la literatura, acongojado quizás por una muerte que atisba próxima, culto y que se introduce en el barro si lo considera necesario. Y todo ello, pese a la aparente confusión reinante, cobra sentido gracias a su buen hacer. Puede especularse, algunos lo han hecho, si la prematura muerte de Bolaño le impidió pulir aún más la novela. Pero lo cierto es que "2666" es una gran obra porque sobre ella podrían escribirse muchas más de las 1000 páginas que ocupa. En definitiva, una novela total, absorvente, pero para disfrutar sorbo a sorbo, de las que no se escriben muchas en los últimos tiempos.