jueves, junio 26, 2014

The New Christs, 75 minutos de puro punk-rock

En este verano tormentoso y húmedo que acaba de comenzar no invita a la actividad, así que cuando recibí la llamada de un amigo en la que me invitaba a acompañarle a Bilbo para ver a The New Christs a punto estuve de decirle que no.

Obviamente no sólo era cuestión del clima. Aunque tengo un par de discos de la banda lo cierto es que no los he pinchado mucho. Además, en la dicotomía de Radio Birdman yo siempre he sido mucho más de Deniz Tek, que de Rob Younger. Tuve tiempo de hacer cuentas y de calcular, sin ningún dato, una edad para Younger que sobrepasaría las 7 décadas. Y la verdad es que no guardaba, pese a ser un gran amante de la banda, un recuerdo muy grato de las últimas visitas de Radio Birdman a Euskadi. Pero, el hecho de que The New Christs presentarán un nuevo disco, Incantations; la pulsión radiobirdmaniana y la oportunidad de tomar unas cervezas con un viejo amigo acabaron por inclinarme hacia el sí. Feliz decisión.

Llegamos a las puertas del Kafe Antzokia antes de que comience el concierto. Fuera de la sala solo se ven un puñado de personas tomando un trago en el bar de enfrente. Lo cierto es que no esperaba una gran asistencia, así que no me pilla de sorpresa. Compramos la entrada y hacemos algo de tiempo antes de entrar.

El concierto lo va a abrir una banda de Iparralde, The Lookers, y entramos justo cuando acceden al escenario para iniciar su actuación. Son un joven trío de energy rock, que me parece deducir cantan en inglés. El sonido no es malo, aunque un poco aturullado. La voz es lo que peor suena. Tienen la actitud propia del novato. Tratan de soltarse, pero se les notan los nervios. Por momentos me parece escuchar una y otra vez la misma canción, pero no podemos obviar que en este tipo de conciertos el sonido de los teloneros no suele ser el mejor. Les damos un aprobado suficiente y les deseamos la mejor de las suertes de cara al futuro.

Hasta ese momento estaremos unas 100 personas en la sala, pero ahora parece que la cosa comienza a calentarse. La espigada figura de Younger ya la hemos visto deambular por la sala y ahora junto a Jim Dickson (Barracudas) al bajo; Dave Kettley a la guitarra; Brent Williams alternando teclado y guitarra y Paul Larsen Loughhead (Celibate Rifles) a la batería están a punto de dar comienzo a su actuación. Poco a poco la presencia de público ha ido creciendo hasta alcanzar varios cientos de personas, bastantes más de las que yo esperaba. Pronto se va a resolver la incógnita.

A las 10:30 en punto da comienzo la actuación. La maquina está en marcha. Younger da rienda suelta a sus característicos movimientos. La voz es buena, entona y modula bien. El sonido como siempre es un tanto irregular, pero en seguida alcanza la velocidad de crucero. La actitud de la banda está a la altura. Kettley es un guitarra solvente. Williams alterna en algunas canciones la guitarra y en otras un teclado Behringer que crea atrayentes atmosferas. La iluminación es muy buena. Los temas se suceden uno tras otro, sin pausa posible. La gente comienza a soltarse en las primeras filas, que terminarán por convertirse en una autentica fiesta. Desde luego es mucho más de lo que yo esperaba.
The New Christs no han venido desde las antípodas para cumplir el expediente. Todo esta calculado y trabajado. La compenetración de la banda es excelente. El resultado es un concierto extraordinario. Alguien pensará que con las expectativas previas, es más fácil sorprenderse. Pero no, ayer The New Christs fue una maquina perfectamente engrasada. No hicieron un concierto digno. Hicieron un gran concierto. Sin pausa entre canción y canción, pararon a las 11:30, pero ha sido una hora extraordinaria, con una tensión constante y en continuo ascenso. Tras una breve pausa regresan para tocar otros 15 o 20 minutos al mismo nivel que la hora anterior, para satisfacción de todo el público y especialmente de las primeras filas que en ese momento viven una fiesta extraordinaria. Entre los temas reconocemos Born out of time, We got this, I swear, On top of me….

Al acabar el concierto y mientras regresamos de camino al coche reflexionamos sobre si lo que hemos visto es una buena o mala situación. Sin duda es buena para The New Christs, pero no deja de ser preocupante que tenga que ser una banda formada por personas que llevan 40 años en el tema quienes nos den, otra vez, una lección de rock y actitud. ¿Donde están las nuevas bandas que tomen el relevo? ¿Hay futuro para el punk-rock? Con esas incógnitas enfilamos la autopista que nos lleva de regreso a casa. Por el momento The New Christs ha calmado nuestra sed… Desde aquí se lo agradecemos.

jueves, junio 19, 2014

Personas como yo, brillante novela de disección personal y colectiva

Siempre es grato encontrarse una novela de esas que te atrapan desde el primer momento. Y más si lo hacen tanto por el fondo, como por la forma. Es decir porque tanto lo que cuenta, como la forma en que lo hace son interesantes y absorbentes. Se disfruta tanto de lo que narra como de la manera en que está escrito.

En literatura contemporánea es posible que esto no me sucediera a este nivel desde que leí Libertad de Jonathan Franzen. Sin duda esta novela de John Irving cumple las expectativas que los lectores consecuentes esperan, pero yo aunque conocía su figura literaria he de confesar que nunca había leído ninguno de sus novelas, pero Personas como yo se ha convertido en la compañera perfecta de una semana de asueto en este mes de junio.

La novela narra la vida de Bill, desde su niñez, marcada por un padre ausente, junto a su familia materna en un pequeño pueblo de Vermont, hasta su senectud convertido en un prestigioso escritor solitario. Es sin duda una novela en la que el sexo como pulsión vital alcanza un peso absoluto en el desarrollo de la personalidad de Bill. Ese devenir personal esta narrado de manera muy brillante, con continuos saltos hacia atrás y hacia adelante y recurrentes adelantos de en apariencia pequeños hechos que en páginas posteriores alcanzan una importante trascendencia en la vida del personaje. Todo ello escrito muy elegantemente en cuanto a estructura narrativa y a prosa que la lectura no puede si no convertirse en una verdadera delicia.

Rodeado de un pequeño número de personas que marcan definitivamente su vida (la bibliotecaria, su padrastro, su mejor amiga, su abuelo, etc.) Bill descubrirá su bisexualidad pura. Los problemas de comprensión e incluso de autocomprensión que esto supone, pues aunque en el caso de Bill no sea así, si que lo es en algunas de las personas que le rodean; las bondades del buen vivir, lo dura que puede ser la vida. En este sentido es terrible la parte en que narra la aparición del SIDA y el durísimo golpe que supuso, en este caso, para la comunidad homosexual. Pero la novela es también un extraordinario relato de la comunidad homosexual de los EE.UU. y en parte también de Europa, durante los años de su orgullosa presentación en público casi como movimiento contracultural, el reflujo que supuso la llegada del SIDA y su regreso posterior ya con el acompañamiento legal de muchos gobiernos. Quizás por esto último no es tan llamativa la aparición de España y el barrio de Chueca en la última parte de la novela.

Pero no quisiera desentrañar muchos datos de esta novela y si intentar empujar a quien pueda leer estas líneas a leerla. Creo que será muy difícil que salga decepcionado del viaje a través de sus páginas, pues John Irving ha alcanzado en esta obra un nivel literario muy alto. Me pregunto cuánto habrá de autobiografía en lo narrado si es que hay algo. Desde luego, leyendo la biografía de Irving, al menos el tema de la lucha es claro.

En cualquier caso dos últimos apuntes. Uno favorable y un pequeño pero. En la parte positiva, siempre me ha entusiasmado esa parte de la narrativa norteamericana que disecciona la realidad de las viejas comunidades progresistas de los EE.UU. Y aquí aparece de forma muy clara en ese pueblo de Vermont donde una especie de chiflados por el teatro se pasan años y años representando a Ibsen o a Shakespeare, respetuosos con la diversidad y al mismo tiempo conviviendo con otra parte de la comunidad muy conservadora, haciendoBill hacia este en tanto a la relación con su madre que acongoja.
verdadero encaje de bolillos. Hay en este sentido un reproche en la novela del padrastro de

En el debe, personalmente creo que Irving pierde algo la medida rodeando al personaje de tan elevado número de transexuales hasta el punto que parece una condición hereditaria. Creo que le resta parte de credibilidad. En cualquier caso se pierde un tanto el misterio jugado por un evanescente personaje central como es Kittredge, en caso claro está de que el autor quisiera asignarle esta condición.

En cualquier caso un gran trabajo de Irving como escritor y una gran novela para disfrutar del vicio de leer.