viernes, abril 25, 2014

Los surcos del azar, una imprescindible lección de historia

He reservado parte de estas vacaciones de Pascua para disfrutar de la lectura del último cómic de Paco Roca. La verdad es que las expectativas eran altas, pero las reservas también, porque el propio autor explica en el cómic que por algún tiempo pensó que la tarea que había emprendido le venía demasiado grande. No obstante, una vez disfrutado (y sufrido) el cómic, podemos decir que no sólo ha salido airoso, si no que ha aprobado con nota.

Y salir airoso de una obra como esta es salir doblemente victorioso. Primero por lo que de artístico tiene la obra, sumamente emotiva, amena y entretenida. Pero en segundo lugar, y quizás más importante en este caso, por lo que de victoria de la justicia histórica significa Los surcos del azar, editado por Astiberri.

Es cierto que la participación de los exiliados españoles en la lucha contra el fascismo en la II Guerra Mundial no es algo desconocido. Tampoco era desconocida la historia particular de la Nueve, la división del ejército libre de De Gaulle encabezada por Leclerc y Dronne y formada básicamente por españoles exiliados, en su mayor parte anarquistas, y que fue la primera en liberar París.

Como el autor explica ya otros autores habían tratado el tema. Ahí están los textos del viejo libertario Eduardo Pons Prades, exiliado él mismo, o los de las hispanistas francesas, sean de adopción como Evelyn Mesquida (La Nueve, los españoles que liberaron París), o de nacimiento como Genoviève Dreyffus Armand, pero también los de Secundino Serrano, cuyo libro La última gesta, los republicanos que vencieron a Hitler es otro libro básico para saber más de esta historia.

Pero las viñetas de Paco Roca contribuyen poderosamente a humanizar la historia, valiéndose para ello de su extraordinaria sensibilidad, cualidad esta que ya le diera tan buenos frutos en Arrugas. Además, Roca ha edificado su narración en torno a la persona de Miguel Ruiz o Miguel Campos, como se llamó durante el periodo de la contienda, un anarquista canario que se convirtió en toda una leyenda dentro de la Nueve. Tanta leyenda era Campos que incluso en torno a su desaparición se especuló con una posible deserción una vez que quedó claro que la España franquista no iba a ser objetivo de los aliados. Pero no nos precipitemos.

Lo cierto es que el cómic de Roca viene a saldar, en la medida de sus posibilidades, una deuda con la Historia. Una deuda con quienes se agolparon en marzo de 1939 en el puerto de Alicante, para tratar de escapar de una España que durante 40 años quedaría en manos de la bestia fascista. Son éstas, páginas llenas de dramatismo y sentimiento, que realmente acongojan cuando las lees. Una deuda con los náufragos del Stanbrook, el último buque que consiguió partir de la costa mediterránea dejando a miles de personas a merced de la violencia de las huestes de Franco. Una deuda con Machado, a uno de cuyos versos debe el título esta obra. Y finalmente una deuda con quienes desde el primer día que se vieron forzados a abandonar España consideraron que la lucha contra el fascismo debía seguir por todos los medios posibles. Entre ellos, había republicanos y republicanas de todas las ideologías, pero sin duda el grueso de la lucha, como en la misma Nueve, la encabezaron los hombres y mujeres de ideología libertaria. En territorio europeo o africano, en batallones regulares o desde la resistencia demostraron que podían haber sido vencidos una vez, pero no derrotados definitivamente. Lo cierto es que por la traición de las potencias occidentales y por los intereses creados no alcanzaron su objetivo último que era derribar el régimen de Franco, pero demostraron con su actitud que tenían más dignidad que nadie. Es reseñable la escena en que los españoles de la Nueve cuelgan la bandera republicana en la embajada franquista en un París recién liberado, discrepando si es eso lo que debían hacer o quizás volarla de un cañonazo para provocar un conflicto internacional.

Volviendo al cómic, las ilustraciones de Paco Roca son inconfundibles. Ha realizado un trabajo de documentación que se nota en el texto. Ha utilizado un recurso narrativo osado y efectivo como es el simular un encuentro real con el propio Miguel Campos que será quien le narre la historia. Se incluye en la narración. Salva adecuadamente los saltos temporales y espaciales. E incluso encuentra espacio para introducir el amor. Y puede que tan sólo patine un poco al especular sobre la desaparición de Campos, elucubrando sobre su posible presencia en el intento de invasión del Valle de Aran, porque ese movimiento orquestado fundamentalmente a la UNE, controlada por el PCE, tuvo probablemente una preparación y una composición muy distinta.

En cualquier caso son peros menores, que no debiera impedir el reconocer el trabajo de Paco Roca e incluso su valentía al llevar al comic unos hechos desconocidos para la gran mayoría de la sociedad española de hoy en día.

En definitiva un álbum de lectura recomendable y que conmueve y emociona a partes iguales. Para disfrutarlo.

Antes de acabar una pequeña coda, la Asociación 24 de Agosto, en París, prepara un homenaje para este agosto de 2014 con motivo del 70 aniversario de la liberación de la ciudad. Y también desde Alicante se prepara un viaje de homenaje al periplo del Stanbrook que se realizará también durante este verano

sábado, abril 19, 2014

Gabriel García Márquez in memorian


Estos días nos ha abandonado un gigante de las letras. Probablemente todo lo que se diga sobre García Márquez será poco.

Cómo no acordarse en estos momentos de obras como Cien años de soledad, un derroche estílistico, imaginativo y de creatividad; o de otros títulos mágicos como El general en su laberinto o Relato de un naufrago y tantas obras míticas.

Pero yo, hoy, aquí, quisiera recordarlo por un pequeño cuento que aparece en sus Doce cuentos peregrínos. Una pequeña delicia, repleta de delicadeza y ternura como es María dos Prazeres. Esa prostituta que escribe con carmín el nombre de Durruti en la lápida que el fascismo ha tratado por todos los medios de dejar en el anonimato, pensando que borrando los nombres puede borrar las ideas y los sueños.

Son días tristes para la literatura, pero suerte de quien puede pasar a la posteridad dejando tras de sí una obra como la Gabriel García Márquez.

¡Qué la tierra te sea leve!

viernes, abril 11, 2014

En cualquier caso ningún remordimiento. Una novela de Pino Cacucci

La historia del anarquismo como movimiento organizado está inevitablemente rodeada de una serie de hitos, pero también de figuras referenciales. En ocasiones algunas de esas figuras han alcanzado, pese a la aparente contradicción con lo que la ideología promueve, un aire mítico o cierta sacralización laica. Es cierto que en ocasiones esa mitificación ha venido más de la historiografía oficial, de los medios de comunicación de masas o de la sociedad del momento, que de las propias filas del anarquismo; pero también es obvio que ese proceso en ocasiones, por unos motivos o por otros, lo ha provocado o construido el propio movimiento libertario. Entre nosotros, figuras como las de Durruti o Ascaso son ejemplos obvios de lo segundo.

Pero este proceso no ha ocurrido, sólo en la Península, si no que procesos similares se han vivido en otros países de casi todos los continentes. En Francia un proceso similar es el ocurrido con la Banda Bonnot, encabezada por el también mítico Jules Bonnot, aunque aquí sin duda la caza moral emprendida por la prensa bajo el influjo del Estado francés contribuyó a construir un leyenda demoniaca sobre un grupo de anarquistas individualistas cuyas hazañas probablemente no merecían tanta atención, si no fuera porque se convirtieron en cabeza de turco para aumentar la represión contra toda una ideología y todo un movimiento.

Las desventuras de Jules Bonnot ya habían sido llevadas a la literatura por Bernard Thomas en La belle epoque de la Banda Bonnot, editada por Txalaparta ya hace unos años e incluso a las pantallas de cine por Philippe Fourastie en 1968. Ahora ha sido el escritor Pino Cacucci quien la ha vuelto a llevar a la literatura bajo el título En cualquier caso ningún remordimiento, editado por Hoja de lata

El libro de Cacucci tiene la virtud de resaltar el carácter solitario de Bonnot, lo que en el fondo contrasta con su paso a la historia como líder de la Banda Bonnot, una banda que podríamos afirmar que fue muy poca banda. Pues no estaba formada por un verdadero grupo de afinidad, ni su existencia fue duradera en el tiempo. Fueron una serie de circunstancias (represión, divergencias, adversidad) las que finalmente empujaron a una serie de anarquistas ilegalistas a agruparse en torno a Bonnot para efectuar una serie de golpes económicos, que como no puede ser de otra manera acabaron de manera bastante nefasta tanto para ellos mismos, como para la causa.

Esta es otra constante dentro del movimiento libertario a la que habría que prestar atención. Cada vez que un grupo de libertarios han optado por actuar por libre y deambular por caminos para los que normalmente no estaban preparados, la cosa ha acabado bastante mal, aunque ciertamente existirán excepciones.

En cualquier caso el libro de Cacucci con prosa ágil y vibrante; aunque un tanto deslavazada, reconstruye la vida personal de Bonnot. Repleta de golpes aciagos, del destino y de la autoridad, que acabarán empujándole casi inevitablemente a tomar el peor de los caminos, el de la autodestrucción. Es un acierto que buena parte de la novela se centre en la vida anterior a los golpes de la banda, pues como hemos señalado anteriormente la vida operativa de la misma es bastante breve.

Y parte de la vida de Bonnot es ciertamente sobradamente novelesca. Su pasión por los automóviles y la mecánica y el convertirlos en parte fundamental de sus golpes. Su trabajo durante un periodo de tiempo como chofer de Arthur Conan Doyle. Su fuerte sentimiento antisocial. Son hechos que claramente dan elementos para una novela. Quizás lo que menos me ha gustado de la novela es cierta pulsión por parte del autor de identificar el comportamiento de Bonnot y sus compañeros como un anarquismo más cierto y real que otras corrientes que optarían por otras formas de defender o de hacer la idea (sindicalismo, especificas no individualistas o no ilegalistas).

Mención aparte merecería su visión sobre el papel jugado por Victor Serge en el surgimiento, devenir y final de la Banda Bonnot. La de Serge es sin duda una figura sin duda sugerente, con una evolución ideológica que lo llevaría desde el anarquismo más apasionado, al bolchevismo más ortodoxo para acabar escapando de la Unión Soviética como un miembro afortunado de la oposición de izquierdas. Pero quizás de Serge hablaremos más en profundidad cuando tratemos en este blog su libro El destino de una revolución. Tiempo habrá entonces para reflexionar sobre Serge.

En definitiva la de Cacucci es una revisitación oportuna de la figura de Bonnot, en la que a título personal como más destacable señalaría el acierto de centrarse en su figura individual y el retrato de la cacería mediática y sobre todo represiva a la que él y los miembros de su banda fueron sometidos. Esas son sin duda las páginas más vibrantes de la novela. Y la descripción de las visitas de la alegre ciudadanía parisina al cerco en el que fueron cazados así lo atestigua. Y quizás su mayor defecto resida en el hecho de que se queda a medio camino entre la crónica histórica y la novela de acción sin que se decante ni por una opción, ni por la otra; lo que en algunos momentos la deja sin punch en una dirección u otra, lo que puede acabar por desconcertar al lector. También me resulta algo forzado el enfrentamiento moral entre Serge y el policía con inquietudes sociales, que en ocasiones parece convertirse en un alambicado y maniqueo
contrapeso ético.

En cualquier caso se lee cómodamente y es un agudo retrato de una época y una situación de la que debieran sacarse claras conclusiones.

miércoles, abril 02, 2014

Albert contra Albert, crónica aséptica de una dura realidad

Este Albert contra Albert es un valiente cómic biográfico de Arnau Sanz que narra en primera persona la vida junto a, o separado de, su padre Albert. En cualquier caso sea a su lado, o distanciado de él, la vida de Arnau siempre se ha visto afectada por la realidad de Albert, un enfermo bipolar que por si fuera poco también estaba enganchado a la cocaína y al alcohol.

Pese a lo que pueda preverse, el cómic no es un relato sensiblero, ni siquiera sentimental. Es una crónica aséptica de una dura realidad. Expone una cruda situación, pero ni la adorna ni lo magnifica. Se limita a explicar todas las duras situaciones a las que debe enfrentarse la persona enferma y junto a él y quizás especialmente sus familiares, básicamente en esta ocasión el autor, hijo de Albert y sus abuelos paternos.

La realidad de Albert parece ceñirse al prototipo de quien cae presa de la enfermedad mental, salvo en un aspecto quizás esencial y es que la enfermedad no se declara como muchas veces suele ser habitual en la adolescencia, si no mucho más tarde, ya como persona adulta.

Albert contra Albert es un cómic de estética un tanto naif, de trazo grueso, colores limitados y básicos. Estructura temporal complicada, con mucho salto hacia atrás, pero que plasma muy objetivamente esa realidad de la enfermedad mental que tanto podrán reconocer quienes les ha tocado vivirla de cerca o al menos próximamente. Experiencias adolescentes con las drogas duras que dejan tocado a algunos de quienes las prueban, mientras el resto de personas parecen no sufrir ningún efecto negativo. Consumos compulsivos. Incapacidad para distinguir la realidad de la paranoia. Momentos de depresión y de euforia. Recaidas médicas. Familiares aparentemente débiles, en este caso los abuelos, que demuestran tener una increíble fortaleza para continuar apoyando al enfermo. Personas sin escrúpulos que se aprovechan de la situación. El saber que ser familiar de un enfermo no tiene horarios ni descansos.

Pero todo ello narrado con tal naturalidad, tranquilidad y objetividad que se agradece por lo que contribuye a normalizar situaciones complicadas, pero reales. No es un cómic privado de sentimiento. Es un cómic que refleja una realidad seria y difícil, pero sin convertirla en carne de culebrón o rumorología vecinal. De hecho es genial el retrato que el autor hace de la conversación con las vecinas del barrio. Y que muestra al enfermo como una persona que sufre y es consciente de su situación, sin infantilizarlo, pero también sin deshumanizarlo.

En definitiva un cómic a la altura de una realidad muy difícil. Fácil de leer y de ver, pero que expone a las claras la crueldad de una realidad más habitual de lo que creemos quienes tenemos la suerte de no vivirla. Muy recomendable.