lunes, julio 29, 2013

J. J. Cale, in memorian

Ayer domingo un obituario rompía la monotonía estival. J. J. Cale había muerto de un ataque al corazón, tal y como, al parecer, vivió: al margen de lo divino y lo humano, en la intimidad y sin grandes movilizaciones en los medios de comunicación.

No soy un gran conocedor ni analista de su música. Imagino que como muchas otras personas disfrutaba con su blues lento, suave; que parecía mecerte mientras lo escuchabas y su voz sosegada. Su guitarra plácida, para nada agresiva; siempre tranquilizadora navegaba plácidamente por canciones breves y siempre preciosas.

Aunque pasará a la historia por haber compuesto canciones como Cocaine o After midnight, y haber influenciado profundamente a Eric Clapton o los primero discos de bandas como Dire Straits; personalmente sus composición mas evocadoras para mi gusto eran Carry on y City girls, donde parecía dejarse arrastrar más por la prisa y su guitarra pura y limpia nos trasladaba a algún atardecer sentado con una cerveza en la mano y disfrutando de la puesta de sol.

En su página web hoy solo luce un brevísimo epitafio en el que se puede leer que no se necesita dinero, pero que dado que era un gran amante de los animales se le puede recordar haciendo una donación a la organización protectora de animales que cada cual desée.

Poco más tengo hay decir. Ha muerto un gran músico; J. J. Cale. ¡Que la tierra le sea leve!

martes, julio 09, 2013

Thoreau, la vida sublime. El comic de un hombre libre

Henry David Thoreau tuvo una vida peculiar y sobre todo breve y aún así tuvo tiempo para marcar el
devenir de la sociedad futura al practicar y teorizar sobre un concepto que ha influido decisivamente en el desarrollo social: la desobediencia civil.

Este bonito comic dibujado por A. Dan y guionizado por Maximilien Le Roy traslada a las viñetas la peripecia vital e intelectual de Thoreau. Su amor por la vida natural, su desarrollo intelectual, su lucha contra la esclavitud, su frágil salud, su supuesta misoginia o al menos su retraimiento ante el sexo femenino. Con viñetas simples y claras, colores sobrios pero bellos y limitando la importancia del texto; es decir apostando por una narración muy visual, con largas secuencias de viñetas sin texto, los autores tienen la capacidad para acercarnos a los valores naturales y sociopolíticos de Thoreau.

Su apuesta por la capacidad del hombre para defender hasta el último extremo sus principios. La negación al Estado de capacidad para obligar al individuo a incumplirlos es un aporte decisivo en el desarrollo posterior de los movimientos civiles en todas las sociedades. Su amor por la naturaleza, que se reflejaría en Walden, no con el afán de poseerla, si no de respetarla el sentido más estricto y entenderse como una parte minúscula pero coordinada de ella misma. Todo eso aparece reflejado en este comic de manera sabia y sencilla, con naturalidad, sin tópicos ni artificios. Con la capacidad de síntesis y simplicidad que sólo un comic puede aportar.

En el prólogo escrito por Maximilien Le Roy, se reflexiona sobre si Thoreau fue o no uno de los primeros anarquistas. Escribe Maximilien que Emma Goldman lo considero el mayor de los anarquistas norteamericanos. Y que autores como Ragon (Diccionario de la anarquía) o Baillargeon (El orden menos el poder: historia y actualidad del anarquismo) así lo han considerado. Pero curiosamente es un teorico más conocido, Michel Onfray, quien lo califica no como anarquista, si no como libertario. Porque según el pensador francés el anarquista cree en los ideales progresistas del S. XIX y el libertario no se sacrifica por ningún ideal. Es un debate interesante aunque quizás demasiado preciso. De todos modos aquí queda reflejado y que cada cual lo ubique cómo considere preciso. Lo que es obvio es que las aportaciones de Thoreau son básicas en el devenir posterior de todo el movimiento antiautoritario.

A destacar también como prefació al comic una cita de mi admirado Stig Dagerman. El malogrado autor sueco reflexiona con su bello lenguaje de la siguiente manera: “Thoreau todavía tenía el bosque de Walden. Pero ¿dónde está ahora ese bosque en el que el ser humano pueda demostrar que es posible vivir en libertad, más allá de las formas estereotipadas impuestas por la sociedad? Me veo en la obligación de responder: en ningún sitio. Si quiero vivir, por ahora tendré que hacerlo dentro de esas formas. Así, el mundo es más fuerte que yo. Frente a su poder, no puedo oponer otra cosa que a mí mismo lo que, por otro lado, ya es algo considerable. Puesto que, mientras no me deje aplastar por su número, yo también poseo poder. Y mi poder es temible si puedo oponer la fuerza de mis palabras a la del mundo ya que aquel que construye cárceles se expresa peor que aquel que edifica la libertad…

Cierra el volumen una interesante entrevista con el profesor Michael Granger sobre la obra, la figura y la actualidad de Henry David Thoreau.

En definitiva un cómic delicado hecho para aprender, reflexionar y disfrutar. Altamente recomendable.