lunes, febrero 08, 2016

"Lo que a nadie le importa", buena forma, poco fondo

He aquí un libro ambivalente. La participación del abuelo del protagonista en una de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil en plena ofensiva franquista sobre Cataluña es tomada como punto de partida para reconstruir la vida anodina de ese soldado desde su infancia zaragozana hasta su muerte.

Hay al comienzo de la novela una frase pronunciada por ese abuelo en su lecho de muerte que promete mucha más intriga de la que finalmente vamos a encontrar en las 253 páginas de esta novela de Sergio del Molino. Es quizás el mayor reproche que se le puede hacer a esta novela, porque esa trampa del autor, hace que como lector, me haya sentido razonablemente engañado. Si el  autor hubiera decido escribir una novela realista, mínima; sin pretensión de crear tensión donde no puede haberla, probablemente mi opinión sobre esta novela hubiera ganado enteros.

Eso si la falta de músculo en la trama es compensada por el autor con un dominio del lenguaje que consigue que al menos estilísticamente la lectura de este “Lo que a nadie le importa” sea soportable. Avanzamos página tras página esperando un input que no termina por llegar, pero la espera se compensa como hemos dicho con un lenguaje poderoso fruto de un escritor con la mano y la mente ágil, lo que le permite escribir textos repletos de sagacidad e ingenio. Aunque personalmente hubiera agradecido un poco más fondo en la trama de la historia.

Porque al final este libro no deja de ser la descripción de la vida de una familia normal en un periodo de tiempo, la dictadura, en la que cualquier persona acomodada al paisaje, sin inquietudes de ningún género, ni demasiadas preguntas por realizar, ni siquiera a uno mismo, podría vivir una vida aburrida y sin problemas en la capital de España, ganándose la vida como empleado sin pretensiones en la sección de textil de El Corte Inglés.

Y es que aunque el narrador, no oculte las paginas oscuras de la vida de su abuelo, por ejemplo esos años de guardián de presos, una vez finalizada la guerra, tampoco se plantea ir más allá. Se reseña y listo, porque probablemente, nadie elige la familia que le ha tocado en suerte. Y así, esta es la vida de una persona de orden, que hizo la guerra, que formó una familia, como podría haber formado otra, que trabajo en el Corte Inglés, al que le gustaba la fotografía, la lucha libre, comprar libros sobre la Guerra Civil, hacerse comunista, porque Santiago Carrillo era de su edad y retornar a su pueblo. O sea una vida, como la de cualquier otra persona. Quizás muy interesante para su nieto, pero puede que no tanto para el lector. Y es entonces cuando el título de esta novela parece convertirse en algo verdaderamente revelador.

Y así podríamos decir que lo más interesante de la novela son esas pequeñas digresiones, en las que el autor narra el origen de El Corte Inglés o el papel de Celia Gámez como consentida femme fatale del régimen franquista. Eso sí, todo ello escrito, hay que ser justo y consignarlo, con estilo, brío e ingenio. Lo cual, si lo pensamos bien, no es poca cosa; ciertamente.

No hay comentarios: