viernes, noviembre 20, 2015

"Mujer de barro", una novela desconcertante

Hace años que el nombre de Joyce Carol Oates viene sonando como firme candidata al Nobel de Literatura. Y algún crítico notable ha escrito que quizás lo mejor de la narrativa norteamericana contemporánea ha salido de la pluma de esta veterana escritora que ya cuenta con una edad, puesto que nació en 1938. Quiere esto decir que no es una recién llegada al mundo de la literatura, pues su primera novela la publicó con 26 años y cuenta pues con una extensa obra editada.

Pero, como es habitual, no había tenido la oportunidad de cruzarme todavía con ninguno de sus libros. Así que había llegado la hora de resolver este pequeño desencuentro. Y así cayó en mis manos Mujer de Barro (Alfaguara 2013), para acabar de una vez por todas con una pequeña parte de mi desconocimiento generalizado.

Ahora que ya me he leído la novela, en pocos días además, lo primero que tengo que decir es que no sé muy bien que decir. Me ha gustado, pero todavía me pregunto el porqué. Básicamente creo que lo sé. Una buena parte de lo narrado se dedica a escarbar en esa parte de la América estadounidense que me interesa. Esas elites profundamente liberales en el mejor sentido de la palabra, que se ven obligados a convivir con personas, situaciones y épocas fuertemente conservadoras. Y en ese entrecruzarse se plantean dilemas y desencuentros que empujan a reflexionar e intentar comprender esa sociedad dicotómica y casi podríamos decir bipolar. Hay algo de eso muy bien escrito en esta novela de Oates, los mejores capítulos de esta Mujer de barro son los que nos muestran a una poderosa y orgullosa Rectora de una potente Universidad privada.

Y también me gusta el desconcierto en que la autora va sumiendo al lector a medida que la lectura avanza. Todo, y digo todo, porque la propia historia que se narra se pone en cuestión continuamente. ¿Es nuestra protagonista una asesina? ¿Ha tenido alguna vez un amante? ¿Se ha casado? ¿Regresa a su puesto en la Universidad o podríamos suponer que su cerebro está arrasado por la enfermedad mental? No es descartable pues los orígenes de la protagonista son tremendos. Arrojada por su madre a una laguna en la que está a punto de fallecer cuando es todavía una niña, será después adoptada por una familia que le da el mismo nombre que a su hija fallecida.

Por supuesto todas estas dudas que quedan sin resolver también convierten el final de la lectura en puro desconcierto. Al menos quien esto escribe, se sumerge mientras lee, y cuando ha terminado, en un mar de dudas, pues algunos de los capítulos parecen estar insertados para desquiciar al lector más osado. Estas trampas que pueden resultar también un estímulo para la lectura, alcanzan aquí un grado de exposición francamente alto, quizás en demasía. Muchas incógnitas dando vueltas en mi cabeza. Probablemente se trata de un exceso de libertad creativa por parte de la autora. Ya sabemos que en los últimos tiempos ha cogido mucho vuelo el poner en cuestión de la narración clásica, con un principio y un final cerrado, claro; pero creo que en esta novela quizás Oates se lleva la palma.

En cualquier caso la autora tiene estilo. Domina el lenguaje. Atrapa en la trama de cada microhistoria. Pero, personalmente, su apuesta por desequilibrar al máximo al lector me parece un poco exagerada. Eso si, Mujer de barro no es una de esas novelas que se olvida fácilmente.

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