viernes, noviembre 22, 2013

De Neguri a Lausanne, diarios de una transición. Desnudo individual de una élite económica

Creo que es la primera vez que al reflexionar sobre un libro no sé muy bien cómo empezar a escribir. No sabría decir si este es un bueno o malo. Si es una burla o una revelación. Una boutade o un salir del armario. Un paso al frente o una rendición de cuentas. Lo que es indudable es que es cuanto menos un libro sorprendente.

Alejandro Gaytán de Ayala ha esperado a que trascurran tres décadas para publicar sus diarios personales comprendidos entre los años 1977 y 1980. Pero… ¿Quién es Alejandro Gaytán de Ayala? En mi vida había escuchado tales apellidos ni escuchado hablar de él, ni de su familia. Y sin embargo, Alejandro era una de los dandis que habitaban en ese ghetto del éxito económico y la endogamia política que es Neguri. Para quién no lo sepa, la isla más lujosa del conglomerado de poder que fue (¿y sigue siendo?) Getxo.

Isla terrestre en la que habitaban, y habitan, buena parte, si no el todo de esa élite económica que ya antes de la Dictadura, pero sobre todo gracias al franquismo, se convirtió en la casta que gobernó (sin que esto quiera decir que haya perdido su capacidad de influir en la economía y la política) y se enriqueció gracias al sudor de miles y miles de vascos, autóctonos y de adopción, en sus bancos, sus minas, sus astilleros, sus siderurgias, sus eléctricas o sus papeleras.
 
Con la transición, Neguri entraba en crisis sobre todo por su incapacidad para apartarse de la identificación absoluta con el franquismo, al que muchas de esas familias ya apoyaron durante el alzamiento, apoyo que luego vieron recompensado en la influencia de sus empresas y bancos y el acaparamiento de puestos políticos.

Todo eso aparece muy bien retratado en los diarios de Gaytán de Ayala. La identificación con una derecha clerical y rancia, aunque el protagonista sea homosexual con un fuerte complejo e impacto psicológico, que oscila entre el apoyo a AP y a UCD según oscile el péndulo anímico y las reservas más absolutas hacia el nacionalismo democrático o radical, así como hacia el obrerismo.

Con un fuerte sentido de clase e incluso racismo económico. Un elitismo de clase que en las entradas de su diario le hace defender intervenciones militares o al menos comprenderlas intelectualmente e incluso el apartheid político y soluciones finales para determinados espectros ideológicos.
 
En realidad, a Alejandro sólo le interesa el dinero para no tener que trabajar, amenaza que se cierne sobre él como su pesadilla más recurrente; el bridge y la música. Hombre de extraordinaria cultura se pasa buena parte de estos cuatros años eludiendo el trabajo, cobrando eso si su asignación como miembro del consejo de la papelera familiar, viajando por Europa para acudir a los principales circuitos musicales del continente: Salzburgo, Múnich, Ginebra y por Paris y Londres para acudir al teatro, conciertos o comprar libros.

Este libro que en ocasiones es un insulto y en otras extraordinariamente divertido podría pasar por una anécdota, por un caso único; pero los apellidos que circulan por las anotaciones diarias del autor, personas con las que pasa sus días cenando, jugando al bridge, disfrutando de espectáculos o simplemente alternando, rápidamente nos hacen ver hasta qué punto fueron poderosos en una época, y probablemente siguen siéndolo, y hasta qué punto compartían análisis: José María de Areilza (omnipresente en la casa familiar de Markina), Sota, Guell, Cambó, Ybarra, Ibarra, Icaza, Cavero, Oshea Botín, Senillosa, Guimón, Rodezno, Garrigues, Oriol, Urquijo, Careaga, Ampuero, Lequerica, Olarra, Arrue, muchos con sus respectivos títulos nobiliarios… y un largo etcétera.

Por supuesto hay otras amistades llamativas y muy cercanas como Juan Cambreleng, Jerónimo Saavedra o el mismísimo Narcís Serra

El libro recoge también la efervescencia política del momento: mítines, referéndums, elecciones, manifestaciones, violencia, Lemoniz…. Es un retrato costumbrista de una minoría fuera de tiempo y de lugar que no sabe cómo reaccionar ante la ruptura del statu quo del que tanto se han beneficiado durante mucho tiempo.

Mención aparte merecen las entradas situadas en la casa familiar de Markina que realmente resultan sorprendentes al ver como un pueblo tan pequeño era hábitat habitual de un círculo tan poderoso de personas; las referencias a su tratamiento psicoanalítico y el prólogo de su primo Perico Ibarra, notable en su análisis y en el que revela su propio origen psicosocial siendo como es uno de los tótems de la progresía intelectual de Euskadi.

Podríamos seguir diseccionando aspectos que aparecen en estos diarios, que finalizan cuando el autor marcha a Lausana a trabajar en el COI. Pero en definitiva baste con decir que es un libro que incluso publicado 30 años después de los hechos que recoge, debe de haber levantado ampollas en su círculo social y que mientras se lee nos hace oscilar entre el humor más inteligente, la sorpresa y el asco. Y eso desde luego no es poca cosa para un libro.

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