miércoles, diciembre 16, 2009

Deseo de ser punk


Sin duda alguna Belén Gopegui es la escritora por antonomasia del realismo social actual. Y si no lo es, debería serlo. Con una escritura certera, pero tranquila, pausada, disecciona y expone el malestar al que se enfrenta buena parte de la sociedad actual. Al menos aquella que sigue teniendo expectativas, pero que vive fracasos; a la que se le han venido abajo buena parte de sus certezas, pero no le queda ni la menor duda de lo falso y enfermo de la realidad en que habita.

Hay un intento en su literatura por sacar a la luz el malestar cultural y social que afecta a la sociedad que aún no ha renunciado a tener una ética, principios, sueños, deseos de cambio; y que curiosamente son los que más sufren por los problemas creados por quienes disfrutan con la sinrazón que han provocado.

En su anterior novela, (El padre de Blancanieves) los protagonistas entre otros eran una pareja adulta que desconoce en gran parte cuales son los motivos que provocan sus desavenencias. Una madre noqueada por el hecho de que un inmigrante le pida responsabilidades tras ser despedido por una simple queja por la atención prestada.

En esta, Deseo de ser punk, la gran protagonista es una adolescente que lleva un tiempo sospechando la farsa que esta bendita sociedad le depara para el futuro. Descubrimiento al que le ayuda la muerte del imperfecto, pero humano, padre de su amiga; el despido a perpetuidad de su padre, la falta de alternativas de ocio. Y todo eso redondeado por el objetivo de realizar una contundente y musical acción directa que llame la atención sobre los problemas que los jóvenes normales sufren.

Porque a medida que nuestra protagonista va pisando más y más el fango que la envuelve, va descubriendo la música que la seduce. La música, una de las pocas compañeras que nunca nos fallará a lo largo de nuestra vida.

Curiosamente en Deseo de ser punk, no es el punk la música que más abunda y se cita. Eso sí, la deliciosa fotografía de Iggy Pop nos acompaña calidamente en la lectura de esta novelita por su tamaño, fácil de leer,;pero ambiciosa en sus reflexiones y destacable en su prosa.

De todos modos, y es más que una anécdota a mi parecer, Anagrama debe contratar nuevos correctores pues lamentablemente en una editorial de su prestigio abundan las erratas en el texto. ¡Nadie es perfecto!

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