martes, noviembre 24, 2009

Tokio Blues

He leído Tokio Blues de Murakami y digamos que saldé una deuda. Murakami es tal vez uno de los autores que más prestigio han logrado en los últimos años, hasta el punto de que su nombre sonaba con fuerza incluso para la última edición de los premios Nobel.

Y sin embargo, he leído Tokio Blues y siento una ambivalencia extraña.

Digamos que buena parte del libro no deja de ser una colección de hojas bien escritas, pero en las que echo en falta la pasión narrativa. No percibo nada en esos folios que cuentan la vida de unos adolescentes japoneses de comportamientos demasiado adultos, pese a que beban como cosacos, follen fácilmente y se vean atravesados de parte a parte por el suicidio.

Siento que en las primeras 350 páginas no hay nada escrito de especial valor: Tampoco nada deleznable. Diríamos más bien que se trata del trabajo escrito por un eficiente funcionario de la literatura.

Pero, amigo, algo ocurre en las últimas 30 páginas del libro. La huida hacia ningún lado de Watanabe y el particular funeral de Naoko que este celebra con Reiko tienen algo que conmueve. De modo que la tristeza se transmite inmediatamente desde el papel hasta la piel del lector. Una tristeza bella, conmovedora, bonita. Que transmite perfectamente la sensación de que los personajes están saldando una deuda con su pasado. Una narrativa tan sensitiva que me obliga a pensar que hay que dar otra oportunidad a Murakami. ¡Próximamente, pues!


No hay comentarios: