sábado, abril 25, 2015

Chano Domínguez y Niño Josele, belleza pura

En ocasiones la belleza se instala en pequeños reductos. En propuestas simples. Es increíble percibir en la corta distancia lo mucho que pueden transmitir una guitarra y un piano cuando se ejecutan con pasión, técnica y buen gusto.

Ayer tuvimos la oportunidad de disfrutar de todas esas sensaciones en el concierto que Chano Domínguez y Niño Josele ofrecieron en el Ermua Antzokia. Dudo, en ocasiones como esta, si es mejor acudir a un concierto de este tipo con la mente en blanco, es decir sin conocer nada del repertorio, como ayer fue mi caso; o si aquellos que ya conocen el fondo musical disfrutarán más con cada detalle o sorprendiéndose con las variaciones e improvisaciones que los dos músicos deberán ejecutar sin duda a lo largo del concierto. Lo cierto es que la intensidad de los aplausos por parte del público denotaban que tanto un sector como el otro disfruto de la actuación de los dos maestros.

Comenzó sin embargo el concierto con uno de los pocos temas que había escuchado, Django, dedicado al padre de jazz manouche Django Reinhardt, y las primeras sensaciones no fueron demasiado buenas. Ni el sonido era equilibrado, la guitarra se lamentaba en algunos pasajes e incluso el tono de guitarra y piano no parecía el mismo. Pero afortunadamente fue un espejismo. A partir de la segunda pieza, todo comenzó a encajar como debía y para la tercera el sonido y la ejecución alcanzaron una altura que ya no se vino abajo en ningún momento.

Con una puesta en escena sobria, quisiera destacar entre otras muchas cosas la capacidad de la música interpretada por Chano y Josele para atrapar la mente del espectador, envolverla y arrastrarlo a un nivel de evasión al que solo la verdadera música y la belleza pueden llevarte en ocasiones muy determinadas.

El Niño Josele apabulló con su dominio de las 6 cuerdas. Lo mismo cuando tiraba de técnica para hacer volar sus dedos por el mástil a velocidad vertiginosa, sin que la guitarra se resintiera; que cuando puntualmente tiraba de ritmo para dejar caer unos golpes más flamencos o incluso de bulería. Chano Domínguez nos dejo ver porque es uno de los pianistas de jazz flamenco o latín jazz más reconocidos del país. Variaciones sorprendentes, intensidad, nada se echó en falta.

Por lo demás una pareja compenetrada, sincronizada y a la que tenemos que agradecer 75 u 80 minutos de puro gozo y pura belleza. Chano Domínguez explicó que su último trabajo conjunto nació de la propuesta de Fernando Trueba, a quien definió como más melómano que cinéfilo de adaptar una serie de temas. Nuestro agradecimiento para Trueba pues por ser el catalizador de esta verdadera joya musical.

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