martes, marzo 11, 2014

El anarquista que se llamaba como yo, una gran novela, un extraordinario retrato histórico

Quizás algún lector haya echado de menos unas líneas sobre este extraordinario libro de Pablo Martín en este blog. Y razón no le faltara, pero todo llega.

Esta gran novela de Pablo Martín recoge la vida de su tocayo, el anarquista Pablo Martín Sánchez, quien en 1924 participó en la intentona revolucionaria de Vera de Bidasoa y probablemente acabó pagando con su vida su participación en aquella romántica gesta revolucionaria que por su preparación y resultado podría decirse que fue más obra de de un grupo de románticos que fruto de una acción premeditada y preparada con tiempo y dedicación.

Los hechos de Vera son conocidos, pero es cierto que, pese a la importancia que tuvieron en su momento, no existe demasiada información sobre los mismos ni siquiera en la literatura más militante. Peirats apenas le dedica unas líneas en su monumental trilogía dedicada a la historia de la CNT. Abel Paz poco más en su biografía de Durruti, pese a que este y varios de sus compañeros más cercanos estuvieron implicados en el desarrollo de la misma. Cesar M. Lorenzo en su Le Mouvement Anarchiste en Espagna afirma que la intención era imitar la marcha de Mazzini en Italia, 90 años antes. Y creo recordar que García Oliver ni siquiera habla de ello en El Eco de los pasos.

Y sin embargo, los hechos de Vera acabaron convirtiéndose en una farsa cruel utilizada por la Dictadura de Primo de Rivera para legitimarse en el poder. Pero como siempre sucede, la dictadura de Primo dando muestras de una extrema crueldad terminó por retratarse ante el país y ante la historia.

Si volvemos a la novela, que es de lo que aquí se trata, hay que decir que es un extraordinario trabajo como novela histórica. Pues refleja a la par una época y especialmente las vicisitudes de Pablo Martín Sánchez, ese anarquista baracaldés cuya corta vida disecciona de manera extraordinaria y lo hace tanto desde el punto de vista estilístico, como desde el punto de vista del contenido de manera sorprendente. Hay que decir que la novela es extraordinaria desde el mismo momento en que arranca el prologo del autor, pues tan sólo la narración de cómo se gestó la novela ya es de una calidad narrativa y técnica sorprendente.

Por lo demás la vida de Pablo Martín Sánchez ya es lo suficientemente novelesca como para sacarle extraordinario jugo. No sólo participo en los hechos de Vera, si no que vivió el atentado contra Alfonso XIII en Madrid, el día de su boda; conoció el exilio en Francia, viajó a Argentina donde entró en contacto con el movimiento anarquista local, vivió la I Guerra Mundial, cuya crueldad le afecto muy seriamente (En aquel momento, más que nunca tuvo la certeza de que la bandera negra de los anarquistas, la bandera que es la negación de todas las banderas, es la única que merece la pena izarse en esta vida); conspiró de regreso a Europa en París con los exiliados que querían acabar con el régimen de Primo de Rivera entre los que se encontraban la flor y nata del exilio libertario como Durruti, Ascaso, Gregorio Jover, Miguel García Vivancos y se codeo con la intelectualidad que supuestamente apoyaba al menos intelectualmente la intentona revolucionaria como Miguel de Unamuno y Vicente Blasco Ibáñez. Intelectuales por cierto cuya imagen sale bastante tocada del relato.

Pero además de los grandes hechos, también participó en otros más pequeños que sorprenden a quienes interese el tema. Así pues trabajó en la imprenta La Fraternelle, de Sebastian Faure, todo un icono del movimiento libertario francés y se vio envuelto al parecer sin motivo en el asesinato del gerente de Altos Hornos de Vizcaya, un hecho que marco decisivamente la historia del movimiento libertario en el País Vasco.

Y por si eso no fuera poco el autor, su tocayo, coloca al Pablo Martín anarquista en algunas tesituras que no sabemos si son reales o no. Como participando en la Semana Trágica de Barcelona, conociendo a Emma Goldman en Nueva York de camino a la Argentina o asistiendo al fusilamiento de Francisco Ferrer i Guardia mientras realiza el servicio militar en Barcelona.

Y así con estos extraordinarios mimbres el Pablo Martín Sánchez escritor escribió la vida de su tocayo el Pablo Martín Sánchez anarquista, un hombre cuya primera acción en la Salamanca que le vio interesarse por las ideas anarquistas fue escribir en el muro de la catedral la siguiente frase de Josiah Warren: Todo hombre debe ser su propio gobierno, su propia ley, su propia iglesia.

Y mientras escribe la historia de su tocayo, reescribe la historia de un país, de una época y de todo un movimiento ideológico como es el movimiento libertario de comienzos del siglo XX que podría resumirse en esta otra frase entresacada del libro: ¿Acaso el anarquista no es simplemente aquel que cree que es posible vivir sin el principio de autoridad?

Y para terminar de redondear una novela perfecta y una historia absorbente queda el poso del misterio. Será cierto que Pablo Martín Sánchez no murió cuando saltó por la ventana de la cárcel de Pamplona de camino al garrote vil, que consiguió huir y acabo sus días en el exilio francés. No es sólo un recurso literario del autor, al parecer más de una persona lo cree y le da pábulo a esta historia, por ejemplo el diccionario de militantes anarquistas Asociación Isaac Puente de Gasteiz.
que se redacto desde la

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