lunes, mayo 30, 2011

Indignación y acción


Han pasado ya varias semanas desde que las gentes de diversas ciudades del país comenzaron a concentrarse en distintas plazas del país. De alguna u otra manera todos habíamos oído que algo se preparaba para el 15-M, pero nadie parecía tener mucha confianza en lo que pudiera suceder con una convocatoria que surgía de un conglomerado de pequeñas organizaciones nacidas en el ámbito de internet. Y sin embargo miles de personas se manifestaron esa misma tarde por las calles de Madrid. Todo podía haber quedado ahí, todos pensábamos eso, (todos quizás salvo los organizadores) también TVE que esa noche dedicó 20 segundos a informar sobre la manifestación con el Telediario a punto de llegar a los deportes y antes de un amplio reportaje sobre el día internacional de las aves migratorias.
Pero a alguien se le encendió la bombilla y decidió que no se iba a ir a casa, que se iba a quedar en la plaza reclamando y exigiendo una democracia real ya. Entonces más y más personas decidieron sumarse, el stablishment decidió colaborar y envió a las Fuerzas del Orden a desalojarlos…. Llegó el aluvión, más gente en las calles, más ciudades tomaban el ágora como en la antigua Grecia y decidían permanecer allí.
Los partidos políticos de siempre envueltos en plena campaña electoral y los medios de comunicación se vieron totalmente sobrepasados por un movimiento que no esperaban y que tampoco comprendían. Los segundos reaccionaron tarde, los primeros todavía no lo han hecho.
Y hoy a dos semanas de las primeras acampadas que podemos decir. Seguramente nadie sabe qué ocurrirá. Las acampadas permanentes no son viables, así lo entienden incluso quienes permanecen en ellas. Pero durante este tiempo han dado sobrado ejemplo de autoorganización, de constancia, de imaginación, con un respeto difícil de igualar, comisiones permanentes, asambleas, descentralización….
A mi entender las dos principales virtudes del movimiento han sido primero el demostrarnos a nosotros mismos que no todo estaba perdido, el sacar a la luz que había un montón de gente que compartía desesperación y que ya estaba dispuesta a luchar y a tomar la calle. Y que lo haya hecho desde una perspectiva claramente progresista y formada, sin ceder al populismo ni a posiciones egoístas. Que haya sido transversal en las edades y los géneros, abierto a todos sin distinciones, pero con una mirada claramente solidaria.
Su segundo valor es la perspectiva clara de una lucha autónoma de la política tradicional, asamblearia, profundamente libertaria, participativa, todo se decide entre todos , todas pueden hablar. Un movimiento respetuoso al extremo, sin caer en provocaciones, exigiendo a quienes gestionan, pero sin aspirar a sustituirlos.
Y sobre todo considero que pase lo que pase, este ha sido el nacimiento de la política del S. XXI, de un nuevo paradigma más libre, más participativo, más exigente y conformador de una nueva ciudadanía consciente de sus derechos (y deberes) y dispuesta a exigirlos sin renuncia. Y por ello es también el principio del fin de la política del S. XX (o XIX me atrevería a decir incluso)de la vieja partitocracia, de la alternancia para nada, del nuevo feudalismo, de una política centrada en el beneficio y no en los intereses de la gente.
Por lo demás, vayamos viendo; pero sobre todo sigamos participando.

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