martes, mayo 08, 2007

Sarkozy's revenge


Cualquier observador imparcial y oficial, diría que no hay nada que alegar a la elección de Sarkozy como nuevo presidente de la Republica frances. Seguramente en la lógica oficial de la democracia representativa, quienes así piensan, están en lo cierto. Sarkozy ha sido elegido con una mayoría suficiente y una participación muy alta.


Pero desde una óptica libertaria se puede reflexionar sobre lo que significa está elección y sus consecuencias. En primer lugar llama poderosamente la atención el hecho de que Sarkozy haya vendido su candidatura como la renovación radical y necesaria que Francia necesita. Es cuando menos la postura de un caradura, puesto que Sarkozy ha sido el ministro más llamativo y poderoso del último mandato de Chirac. Durante un tiempo quizás Villepin le hicera sombra (como ministro de Exteriores durante la preguerra de Irak), pero desde que este se convirtió en Primer Ministro, Sarkozy alcanzó el estrellato absoluto. Hasta el punto de que ni siquiera Villepin pudiera postularse como candidato a la Presidencia. Y todavía más increible es que el pueblo soberano francés lo haya visto como el revulsivo que Francia necesitaba. ¿Por qué no actuó antes, si sabía lo que tenía que hacer?


Llaman también sus despectivas declaraciones sobre el mayo del 68. Propias de un resentido, Sarkozy achaca a la breve primavera libertaria de Paris todos los problemas que Francia parece sufrir en este momento. Olvida acaso que salvo el parentesis de Mitterrand, la derecha ha ocupado el poder en Francia, antes, durante e inmediatamente después de la revuelta estudiantil. Y que lo lleva ocupando los últimos años. Y todavía más increible es que algunos de quienes participaron en el mayo del 68 hayan apoyado a muerte a Sarkozy. Porque todo el mundo tiene derecho a evolucionar y a cambiar de posiciones, pero una descalificación total de este tipo (que por supuesto no compartimos) no deja de llamar la atención. ¿El ex-maoista Andre Glucksmann no tiene nada que decir de esto?


Y por último, la gran pregunta: ¿Se podía haber parado a Sarkozy? ¿Se merecía Segolene el apoyo crítico de por ejemplo los libertarios? Nada cambia para el sistema, gobierne Segolene o o Sarkozy. Probablemente tampoco mucho para el proletariado oficial, aunque desde luego sufrirá recortes, pero quizás también Segolene los hubiera realizado. Pero los inmigrantes que verán como el racismo institucionalizado se les echará encima o que verán como se dificulta los reagrupamientos familiares. Para aquellos que reciben rentas minimas de inserción, ¿sería diferente si gobernará Segolene? No lo sabemos. Pero también podemos dudar de las apreciaciones de quienes dicen que una mayor presión derechista aumentará la movilización social en las calles. La realidad nos suele decir que cuanto peor, no suele ser mejor; sino todavia más malo.


Podríamos hablar también del triste papel de Segolene, pero para hacer leña del árbol caido ya están la Razón, Abc y el Mundo.


Hasta la próxima.


Salud

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