La producción editorial de NoamChomsky se halla bastante dispersa entre pequeñas editoriales, así que suele
ser difícil seguir la pista cronológica a sus últimos trabajos. En cualquier
caso este Ilusionistas de Ediciones
Irreverentes publicado en septiembre de 2012 recopila 4 conferencias de
Chomsky pronunciadas entre 2010 y 2012 y coincide en las librerías con otros
textos como Ocupar Wall Street
publicados el pasado año.
Este pequeño libro de 110 páginas
despierta la atención desde las mismas citas-prefacio que suelen encontrarse al
inicio de cualquier libro. Qué pensaríamos si leyéramos frases como La democracia son dos lobos y un cordero
votando sobre qué se va a comer. La libertad es un cordero bien armado,
cuestionando cómo se vota. O Mi país
es el mundo y mi religión es hacer el bien. O Las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades
que los ejércitos. La idea de gastar dinero para ser pagados por la posteridad,
bajo el nombre de financiación, no es más que una estafa a gran escala. Sin
duda las atribuiríamos algún pensador irreverente. Pero si descubrimos que
pertenecen a Benjamín Franklin, Thomas Paine y Thomas Jefferson, padres
fundadores de los EE.UU. nos dan pie a la reflexión sobre cómo comienzan las
cosas y en qué terminan por convertirse. No son las únicas sentencias
interesantes que pronunciaron. En el libro podemos leer más.
Pero vayamos al grano y a las
ideas de Chomsky, el autor vivo más citado del mundo según el Institute for
Scientific Information. Y aquí entramos en otro elemento de reflexión. Cómo
puede ser que el pensador más citado del mundo sea un anarquista declarado y
confeso y el peso de esta ideología en las agendas políticas del planeta sea
prácticamente nulo. Quizás porque como el mismo Chomsky explica el mundo no
está configurado para pensar con racionalidad, si no para defender los
intereses de unos pocos muy privilegiados. Por lo cual el análisis sereno y las
soluciones racionales de los problemas no sólo no son necesarias, sino que son
contraproducentes para los intereses creados.
Porque si algo, a mi entender,
caracteriza el pensamiento y sobre todo el análisis de Chomsky es el sentido
común. Sólo que como dice el viejo adagio este, en realidad, es el menos común
de los sentidos. El propio Chomsky dice que el
poder fomenta una democracia basada en votantes desinformados que toman
decisiones irracionales. Y no sin humor explica que esto es algo tan obvio que
debiera enseñarse en la escuela primaria,
de ahí que avergüence expresarlo ante un público universitario.
El libro se centra en 3 aspectos
básicos que son:
1º) La denuncia del papel
imperialista de EE.UU. Los análisis que Chomsky realiza sobre la situación de
Palestina, el papel de Israel, o de los propios EE.UU. como poder imperial no
pueden sorprender a los lectores de estas líneas, pero tienen el valor de ser
expresados por alguien que por hacerlo es considerado por muchos en los EE.UU.
un traidor a su propio país. Desde luego no debe gustar mucho al stablishment
de los USA que Chomsky recuerde que los EE.UU declararon en 1988 al CNA de
Mandela uno de los grupos terroristas más
notables, o que la política exterior de los EE.UU en América Latina es una plaga de represión sin parangón desde
los tiempos de los conquistadores. O que para estabilizar un país, conforme
al canon occidental, primero hay que desestabilizarlo.
2º) El papel de las grandes
corporaciones en el control del Estado en defensa de sus intereses
particulares. Como la economía financiera, o hacer dinero a través de las manipulaciones financieras, se ha impuesto a la
economía productiva y su consecuencia es la deslocalización laboral, lo que
conlleva una concentración de la riqueza en pocas manos y a la par una
concentración del poder político obsesionado ahora por modificar el pacto
fiscal y redistribuir la riqueza hacia arriba y no hacia abajo.
No por conocido es menos
interesante la noción de desfinanciación de los servicios públicos para
facilitar la política de privatizaciones o resaltar como se pone el grito en el
cielo por el gasto social dedicado a los menos beneficiados, pero se aplauden
las ayudas públicas a macroempresas privadas.
Abusando de la confianza del
editor me gustaría reseñar literalmente unos párrafos de lo expresado por
Chomsky: La concentración radical de la
riqueza en el uno por ciento de la población nos llevó a la concentración del
poder político, y, por lo tanto, a políticas estatales para aumentar aún más la
concentración de la riqueza: políticas fiscales, reglas de gobierno corporativo
y desregulación. (…) Mientras tanto, los costos de las campañas electorales se
dispararon, conduciendo a los partidos políticos directamente a los bolsillos
de los más ricos y poderosos, sobre todo aquellos del sector financiero. (…)
Las elecciones se han convertido en una farsa, dirigida por la industria de las
relaciones públicas.
Mientras la riqueza y el poder se han ido concentrando cada vez más,
los ingresos reales de los trabajadores prácticamente se han estancado. (…) La
propaganda debe tratar de culpar a otros de la crisis y en los últimos tiempos
esos otros han sido los trabajadores del sector público, sus salarios, sus
pensiones exorbitantes, etc. (…) Los maestros y profesores son un objetivo
particularmente atractivo, como parte del esfuerzo deliberado de destruir el
sistema público de educación, desde preescolar hasta las universidades,
mediante la privatización. Otro objetivo recurrente, siempre, son los
inmigrantes.
¿No nos suena de nada? ¿No
parece una descripción bastante diáfana de
lo que estamos viviendo? Pues es un análisis de lo que viene sucediendo en los
EE.UU. desde finales de los 70. ¿Alguien creía que no está todo previamente planificado?
Obviamente de la sanidad no habla, porque como el propio Chomsky recuerda en
otro pasaje, EE.UU. es probablemente el único país desarrollado sin un sistema
sanitario mínimamente sensato. Así nos quieren…
3º) El destino de la especie. Cada vez más,
Chomsky se muestra preocupado por el colapso ecológico y por la perseverancia
del sistema por negar lo obvio, el calentamiento global y sus terribles
consecuencias. Como no calificar el sistema político de farsa y de circo si uno
de los representantes políticos comisionado en la Comisión encargada de
estudiar la situación del calentamiento global se despacha con reflexiones tan
racionales como negar tal posibilidad porque Dios prometió a Noé que no habría otro diluvio, concretamente John
Shimkus representante republicano por Illinois.
Lo triste es que como el autor
reflexiona el Estado con fondos públicos
puede rescatar a los grandes conglomerados capitalistas. Pero nadie podrá rescatar al Medio Ambiente
si colapsa.
En definitiva el futuro de la
humanidad y quizás de la propia tierra se encuentra atrapado entre la
racionalidad cortoplacista de mantener un sistema irracional, curioso juego de
palabras para denunciar la insensatez más absoluta.
Y así durante todas y cada una de
las líneas de estas ciento y poco paginas. Reflexiones serias, serenas,
sensatas, acompañadas a cada paso de ejemplos, datos, contextualizaciones,
comparaciones que hacen de la lectura de este libro un proceso paralelo de
disfrute y autoaprendizaje. Reseñarlos todos es prácticamente imposible, pero
reconforta saber que existen personas como él, o los fallecidos Howard Zinn,
también libertario; o Edward Said a los que Chomsky recuerda en estas páginas
porque dedicaron su tiempo a denunciar y proponer alternativas.
¿Y así hasta cuándo? Pues hasta
que un movimiento popular con cierta
fuerza exija el desmantelamiento de una compleja estructura sociológica,
cultural, económica e ideológica que nos está conduciendo al desastre. No es
una tarea fácil, pero es algo que hay que hacer de una vez por todas antes de
que sea demasiado tarde.
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