Bueno, lo dicho. Ya hemos visto Salvador y ahora se supone que se puede opinar con mayor seriedad. ¿Qué decir? Pues poco más o menos lo que ya había escrito. Salvador, no es una gran película, los actores en algunos casos no resultan muy creibles. Pero, este tristemente, se puede aplicar a muchas de las películas que se filman en la Península.
Pero Salvador exige otros comentarios aparte del valor cinematográfico de la película. Y podemos decir que buena parte de quienes han criticado duramente la película (algunos hasta pidiendo el boicot) tienen buena parte de razón. Salvador y sus amigos son representados como un grupete de pistoleros, pero eso si majetes. La carga política de la historia es casi nula: muy pocas reflexiones sobre el discurso político del grupo salvo algunas frases sueltas y alguna imagen rápida.
Y sin embargo, lo cierto, es que no esperaba mucho más. Por eso no salí muy decepcionado. Basta con recordar que Salvador fue ajusticiado brutal e injustamente por una dictadura asesina, que pone en tela de juicio el discurso oficial de la transición (impagable alguna voz en off de Manuel Fraga) y que permitirá a las personas interesadas sumergirse en la figura de Salvador Puig Antich.
Para algunos será, sin duda, poco. Para mi más de lo que había hasta ahora.
martes, septiembre 19, 2006
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