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Si echamos un primer vistazo a éste libro de José Luis Ibañez, lo primero que podríamos preguntarnos sería: ¿Qué pinta Juan García Oliver en una novela? Pero quizás la pregunta correcta sería: ¿Cómo hemos tenido que esperar tanto tiempo hasta que aparezca?
De muchos anarquistas se ha dicho que su vida parece sacada de una novela. De la vida de García Oliver podría decirse lo mismo, sin ningún género de duda. Ocurre que en esta novela, García Oliver no pasa de ser un personaje secundario. El anarquista consecuente que se preocupa por los sucios asesinatos que se están produciendo entre y por las patrullas nocturnas. El verdadero protagonista es un detective privado llamado Ferrer (mira por donde) que acude a la llamada de auxilio de García Oliver para que investigue quien está detrás de tanto asesinato ruin.
Digamos que el autor ha hecho los deberes. Sabe que hubo anarquistas consecuentes, anarquistas (o pseudo anarquistas) que trataron de sacar provecho en el agua revuelta del comienzo de la guerra (no se olvida de citar el Perill a la reraguarda de Peiro) y otros de quienes todos dudaron hasta el final sin saber si eran buenos o malos, en la novela (y en la realidad) aparece el caso de Eduardo Barriobero. Hoy podemos reflexionar sobre si llegado el caso García Oliver recurriría a un detective privado para enfrentarse a esta situación. De la lectura de sus memorias (El eco de los pasos) podríamos deducir que García Oliver haría lo que fuera necesario para alcanzar su meta.
De la novela poco más va a quedar que la anécdota. Una novela editada por Espasa Calpe, con portada de bonitos colores. Un best-seller de esos que se prestan a destajo en cualquier Biblioteca Pública. No sería poco si lograra sacar a García Oliver del olvido de la historia en que muchos han querido sumirle a él y al movimiento libertario que representó como pocos. Pero tristemente creemos que a lo sumo va a quedar su poético título. Y es que es bonito eso de que nadie debería matar en otoño.
De muchos anarquistas se ha dicho que su vida parece sacada de una novela. De la vida de García Oliver podría decirse lo mismo, sin ningún género de duda. Ocurre que en esta novela, García Oliver no pasa de ser un personaje secundario. El anarquista consecuente que se preocupa por los sucios asesinatos que se están produciendo entre y por las patrullas nocturnas. El verdadero protagonista es un detective privado llamado Ferrer (mira por donde) que acude a la llamada de auxilio de García Oliver para que investigue quien está detrás de tanto asesinato ruin.
Digamos que el autor ha hecho los deberes. Sabe que hubo anarquistas consecuentes, anarquistas (o pseudo anarquistas) que trataron de sacar provecho en el agua revuelta del comienzo de la guerra (no se olvida de citar el Perill a la reraguarda de Peiro) y otros de quienes todos dudaron hasta el final sin saber si eran buenos o malos, en la novela (y en la realidad) aparece el caso de Eduardo Barriobero. Hoy podemos reflexionar sobre si llegado el caso García Oliver recurriría a un detective privado para enfrentarse a esta situación. De la lectura de sus memorias (El eco de los pasos) podríamos deducir que García Oliver haría lo que fuera necesario para alcanzar su meta.
De la novela poco más va a quedar que la anécdota. Una novela editada por Espasa Calpe, con portada de bonitos colores. Un best-seller de esos que se prestan a destajo en cualquier Biblioteca Pública. No sería poco si lograra sacar a García Oliver del olvido de la historia en que muchos han querido sumirle a él y al movimiento libertario que representó como pocos. Pero tristemente creemos que a lo sumo va a quedar su poético título. Y es que es bonito eso de que nadie debería matar en otoño.